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2532 tras este combate. En él poco podríais: 2533 no hay otro varón, sino yo solamente, 2534 que pueda enfrentarse al maligno reptil, 2535 que realice la hazaña. ¡Yo con mi fuerza 2536 ese oro obtendré o en la fiera batalla 2537 que vidas destruye caerá vuestro rey!" 2538 Levantóse el valiente, el señor bajo el yelmo, 2539 tomando su escudo; con sus buenos pertrechos, 2540 fiado en su fuerza, hacia el risco avanzó. 2541 ¡De muy otra manera el cobarde se porta! Beowulf comienza su lucha con el dragón. 2542 El hombre excelente que antaño se viera 2543 en frecuentes combates, en duros encuentros 2544 de gente de a pie, descubrís en la montaña 2545 la entrada de piedra: por allá de la gruta 2546 salía terrible un ardiente oleaje 2547 de pérfidas llamas. Nadie al tesoro 2548 ni un solo momento acercarse podía 2549 que no lo quemara en su fuego el dragón. 2550 El príncipe gauta furioso se hallaba; 2551 con fuerza arrojó su palabra del pecho, 2552 gritó, valeroso, y su voz resonó, 2553 su llamada de guerra, en la roca grisácea. 2554 Allá hubo combate. Oyó el desafío 2555 el guardián del tesoro. ¡Ya mal a un arreglo 2556 llegarse podía! De la cueva, espantoso, 2557 primero salió el aliento del monstruo, 2558 su cálido fuego: la tierra tronó. 2559 Se guardó de la sierpe el señor de los gautas, 2560 al pie de la peña, elevando su escudo. 2561 Dispuesta a la lucha se hallaba la fiera 2562 de cola enroscada. El bravo monarca 2563 su hierro empuñó, la pieza valiosa 2564 de filo potente. Miedo sintieron, 2565 el uno del otro, los dos enemigos. 2566 El rey de su pueblo detrás del escudo 2567 animoso esperó cuando el torvo reptil 2568 se dispuso al ataque: equipado aguardaba. 2569 La feroz entre llamas reptando corrió 179 2570 a encontrar su destino. Al famoso caudillo 2571 salvóle el escudo la vida y el cuerpo 2572 por tiempo más breve que él se pensaba. 2573 En su vida ésta fue la primera ocasión 2574 en que usó su valor sin que gloria en la lucha 2575 la suerte le diera. El rey de los gautas 2576 el brazo elevó: su espada excelente 2577 cayó sobre el monstruo, mas al filo brillante 2578 detúvolo el hueso; no tanto mordió 2579 como el gran soberano en apuro se hallaba 2580 lo hubiese querido. Fue mucha la rabia 2581 del fiero guardián tras el golpe terrible: 2582 su fuego lanzó, las llamas ardientes 2583 muy lejos llegaron. No le cupo victoria 2584 al príncipe gauta; fallóle en la brega 2585 no así lo debía su espada valiosa, 2586 su hierro heredado. Poco contento 2587 le daba al famoso hijo de Ekto 2588 tener que partir y dejar este mundo; 2589 aunque no lo quería, buscarse debió 2590 una otra morada. ¡Para todos termina 2591 esta vida terrena! Los dos enemigos 179 V. 2569-70 Tres asaltos hace el dragón. El segundo comienza en v. 2591 o 2669, el tercero en v. 2688. 2592 con mucha premura otra vez se atacaron; 2593 el horrible guardián jadeante su pecho 2594 furioso avanzó. El rey de su gente, 2595 apresado en las llamas, agobio sufría. 2596 No corrió sin embargo en su ayuda la tropa, 2597 no hicieron con él los intrépidos héroes 2598 un corro aguerrido: huyeron al bosque 2599 en temor de sus vidas. Uno sólo en su pecho 2600 la pena sintió. ¡El que bien considera 2601 no olvida jamás lo que un vínculo exige! Wíglaf se dispone a ayudar a Beowulf. 2602 Llamábase Wíglaf, hijo de Wistan, 180 2603 un bravo señor, un noble skilfingo 2604 pariente de Álfer. Vio que su rey 2605 bajo el yelmo de guerra el ardor padecía. 2606 Recordó los favores que de él recibiera: 2607 la rica mansión de la estirpe wegmunda, 2608 los muchos derechos que obtuvo su padre. 2609 Ya no quiso aguardar: agarróse el escudo, 2610 el tilo amarillo, y su espada sacó, 2611 la que fue en otro tiempo del hijo de Óhter, 2612 el hierro de Anmundo. A éste en la guerra 181 2613 exiliado se hallaba con filo temible 2614 Wistan mató y llevóle a su tío 2615 el yelmo adornado, la cota anillada 2616 y la espada potente. Él obtuvo de Onela 2617 el arnés de batalla que Anmundo vistió, 2618 su equipo de guerra. No se habló de venganza 2619 aunque habíale muerto a su propio sobrino. 180 V. 2602-8 Wíglaf es de la familia wegmunda, un linaje sueco al que también pertenece (por línea paterna) Beowulf (cf. vv. 2813-14). Nada sabemos sobre Álfer. 181 V. 2612-19 (Episodio de la segunda guerra entre gautas y suecos, cf. vv. 2379-90.) Wistan, que luchaba en el bando sueco, le presentó los despojos de Anmundo al tío de éste Onela, pero el rey prefirió dejárselos a él. Para Onela debía ser poco cómodo aceptar estas armas de un pariente suyo cuya muerte él había causado. 2620 Tuvo él muchos años las armas guardadas, 2621 la cota y el hierro, esperando a que el hijo 2622 se hiciera capaz, como el padre, de hazañas 2623 Allá entre los gautas ricos pertrechos, 2624 muchos, le dio, cuando ya de este mundo 2625 el anciano partía. Nunca hasta entonces 2626 habíase visto aquel joven vasallo 2627 ayudando a su rey en un duro combate. 2628 Ni su mente dudó ni falló en la pelea 2629 la herencia del padre. ¡Bien la serpiente 182 2630 lo vino a saber cuando allá se encontraron! 2631 Wíglaf habló a los otros diciendo 2632 enojado se hallaba furiosas palabras: 2633 "Yo el día recuerdo en que estando en la sala 2634 bebiendo hidromiel juramento prestamos 2635 al gran soberano que anillos nos daba 2636 de estar a su lado si falta le hacía 2637 y pagarle en la lucha las cotas de guerra, 2638 los yelmos y espadas. Por propio deseo 2639 nos quiso elegir para esta jornada 2640 incitó nuestro brío, estas joyas me dio 2641 pues él nos tenía por bravos guerreros, 2642 por héroes sin tacha. Sin embargo el caudillo, 2643 el rey de su pueblo, solo y sin nadie 2644 pensaba abordar esta hazaña excelente, 2645 pues más que ninguno su fama ganó 2646 con osadas acciones. Ha llegado el momento 2647 en que mucho al monarca el apoyo le urge 2648 de buenos vasallos. ¡Acudamos al rey! 2649 ¡Prestémosle ayuda! ¡El fuego terrible 2650 y las llamas lo abrasan! Dios es testigo 2651 que yo por mi parte prefiero morir 2652 con mi buen soberano, quemado mi cuerpo. 2653 No será con honor que a la sala volvamos 183 182 V. 2629 La herencia del padre: la espada que había sido de Anmundo. 183 Vv. 2653-6 Cf. Tácito, Germanía, xiv. 2654 llevando el escudo, si antes no hacemos 2655 que el monstruo perezca y salvamos la vida 2656 del príncipe wedra. He aquí lo que sé: 2657 que jamás mereció el que él solamente 2658 entre todos los gautas su agobio soporte 2659 y caiga en la lucha. ¡Ya juntos estemos 2660 con yelmo y espada, con cota y arnés!" Wíglaf lucha junto a Beowulf. Entre los dos matan al dragón. 2661 Por la horrible humareda avanzó con el yelmo 2662 a ayudar a su rey. Brevemente le habló: 2663 " ¡Oh querido Beowulf, no dejes de hacer 2664 lo que en tiempo lejano, de joven, juraste: 2665 que nunca en tu vida querrías que en nada 2666 menguase tu fama. ¡Empléate ahora 2667 con toda tu fuerza, oh valiente señor 2668 de gloriosas hazañas! ¡Yo te presto mi apoyo!" 2669 Tras estas palabras el torvo reptil, 2670 la sierpe maligna, entre llamas ardientes 2671 de nuevo atacó buscando con odio 2672 a sus dos enemigos. Destruyeron su escudo 2673 las olas de fuego; al joven vasallo 2674 defensa ninguna su cota le daba 2675 y presto se puso detrás del broquel 2676 de su noble pariente: quemaron el suyo, 2677 del todo, las llamas. Nuevamente el monarca 2678 en su fama pensó: terrible en su brío 184
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